viernes, 30 de mayo de 2008

No,

"No despreciés la sensibilidad de nadie.

La sensibilidad de cada uno es su genio".

Baudelaire

miércoles, 21 de mayo de 2008

Creando a Alfons Isern, personaje de mi tercera novela al que ando buscando para preguntarle cuatro cosas

En el momento de su desaparición ...
..." Me parapeto en el Mundo, es hora de autoanalizarme, comencemos por abajo, llevo unos náuticos robados en el Corte inglés, comodísimos, de piel color marrón claro con trazas un poquito más oscuras debido al cuidado que les prodigo con los betunes y las cremas apropiadas, hoy voy de sport y llevo calcetines blancos, inmaculados, comodísimos, de algodón puro, llevo unos viejos tejanos, me siento muy bien con ellos, son Levis, también los encontré en el Corte inglés, me los puse debajo de los del traje un día cuando ya iba de vuelta a casa terminada mi jornada laboral, o, y la camisa es de hilo, Burberrys, blanca y rosa, fresquísima. Soy un tipo bastante alto y delgado, elegante, callado. Mi cara es larga, mi nariz también, los dientes todos míos incluso los de quita y pon, que se los pagué al dentista como un pepe, no quiero ni acordarme,¿porque no tendrán dientes en el Corte inglés?, habrá que hacer una reclamación, después de todo soy un asiduo cliente suyo. Mis ojos son castaños, no tienen nada de especial, pero lo cierto es que a las mujeres les gustan, algunas dicen que tengo la mirada noble, ja, ja, mujeres, mi cabello es algo de lo que nunca he necesitado presumir, está feo que lo diga yo, pero lo que es, es, tengo un cabello con vida propia, liso, suelto, brillante, castaño también, siempre me lo dejo un poco largo, no demasiado, nada de colas ni de greñas, soy un tipo elegante, huesudo, fijénse en mis manos, son perfectas, me llamo Alfons Isern Bonet, y nací en el valle hace cuarenta y tres años. He estado enamorado en algunas ocasiones, una vez, aquí en el valle me volví loco por una moza que tenía cierto parecido a..."

sábado, 10 de mayo de 2008

Un cachito grande de mi cuarta novela solo para ti,

Entraron en la que un día fuera la habitación del Maurice adolescente, él cerró la puerta con el pie, como tantas veces había hecho en otras épocas, entonces, para encontrarse a solas con su intimidad, en esta ocasión para encontrarse a solas con Erika. La interpuso entre la puerta y el.
La desnudó, y .Ay señor!, no quedó nada. Erika era tan insignificante, que sus ojos negros y su abundante cabello rojo oscuro que poco a poco se iba soltando de su moño, para que el se lo apartara del rostro, de los labios, y de los hombros, eran lo único que hacía bulto.
-Maurice, he de decirte algo-dijo ella, mientras le acariciaba el áspero y enmarañado cabello.
-Dime-, la observó él.
-Tengo paranoias-, confesó Erika.
-Yo también tengo paranoias, y serias-, dijo Maurice contemplándose por un momento su enorme miembro viril en todo su esplendor. Erika le abrazó y le sonrió.
-Paranoias de verdad-le susurró ella al oído.
-¿Y que te crees tu, que las mías son de mentira?.
-Maurice, aquí de pie no, quiero tumbarme- dijo ella mirando el lecho que les esperaba acogedor frente a ellos-, quiero hacerlo en la cama- , le susurró al oído.
Erika las tenía pequeñas, pero duras,y dulces como los membrillos de otoño.
Volvía a nevar sobre Siretra, y desde la ventana del Maurice adolescente parecía como si el cielo se estuviera cayendo a cachitos. Erika se quedó temblando entre sus brazos, temblando igual que una flor de camomila tardía, abatida, hasta que la oscuridad de la habitación y las caricias de Maurice, la trasladaron al mundo de los sueños.
Era de madrugada, cuando a Erika, el sonido de un interruptor la despertó. Maurice no estaba a su lado, permanecía junto a la ventana que daba directamente al camino de tierra y piedras. Las gruesas cortinas abiertas de par en par, el aire helado, colándose en la habitación por cada grieta.
Ahora, el cielo había dejado de caer para que el frío desolador congelara el paisaje.
-¿Has oído eso, Maurice?. Parece el sonido de un interruptor-.
- Es una casa antigua, como la tuya, se oyen siempre ruidos por todas partes-.Dijo él acercándose.

Dime tu lo que existe y lo que no, cuando a demás, ese azar que noexiste.

"- Nada existe sin un fin .

Por lo tanto, mi existencia tiene un fin.

¿Que fin?. Lo ignoro."

Baudelaire



"El azar no existe:debíamos encontrarnos y nos hemos encontrado".

Como dice Wieland en su Peregrinus Proteo, repite el Conde Matías en su Eva futura, escribe Miguel Ángel de Rus en su Malditos, y reescribo yo en mi blog.(No se mueran de envidia, que eso son cosas de la vida.)