sábado, 10 de mayo de 2008

Un cachito grande de mi cuarta novela solo para ti,

Entraron en la que un día fuera la habitación del Maurice adolescente, él cerró la puerta con el pie, como tantas veces había hecho en otras épocas, entonces, para encontrarse a solas con su intimidad, en esta ocasión para encontrarse a solas con Erika. La interpuso entre la puerta y el.
La desnudó, y .Ay señor!, no quedó nada. Erika era tan insignificante, que sus ojos negros y su abundante cabello rojo oscuro que poco a poco se iba soltando de su moño, para que el se lo apartara del rostro, de los labios, y de los hombros, eran lo único que hacía bulto.
-Maurice, he de decirte algo-dijo ella, mientras le acariciaba el áspero y enmarañado cabello.
-Dime-, la observó él.
-Tengo paranoias-, confesó Erika.
-Yo también tengo paranoias, y serias-, dijo Maurice contemplándose por un momento su enorme miembro viril en todo su esplendor. Erika le abrazó y le sonrió.
-Paranoias de verdad-le susurró ella al oído.
-¿Y que te crees tu, que las mías son de mentira?.
-Maurice, aquí de pie no, quiero tumbarme- dijo ella mirando el lecho que les esperaba acogedor frente a ellos-, quiero hacerlo en la cama- , le susurró al oído.
Erika las tenía pequeñas, pero duras,y dulces como los membrillos de otoño.
Volvía a nevar sobre Siretra, y desde la ventana del Maurice adolescente parecía como si el cielo se estuviera cayendo a cachitos. Erika se quedó temblando entre sus brazos, temblando igual que una flor de camomila tardía, abatida, hasta que la oscuridad de la habitación y las caricias de Maurice, la trasladaron al mundo de los sueños.
Era de madrugada, cuando a Erika, el sonido de un interruptor la despertó. Maurice no estaba a su lado, permanecía junto a la ventana que daba directamente al camino de tierra y piedras. Las gruesas cortinas abiertas de par en par, el aire helado, colándose en la habitación por cada grieta.
Ahora, el cielo había dejado de caer para que el frío desolador congelara el paisaje.
-¿Has oído eso, Maurice?. Parece el sonido de un interruptor-.
- Es una casa antigua, como la tuya, se oyen siempre ruidos por todas partes-.Dijo él acercándose.

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