miércoles, 11 de junio de 2008

Volvamos con nuestro cerebro a la normalidad,aunque con los sentimientos heridos


Cachito de mi cuarta novela, al que le pondré un título independiente:"diario de una suicida":

"Pero aquella noche en el subconsciente de Erika, se fue hilando, hilando un mal pensamiento que comenzó a tomar cuerpo en la terraza de aquel quinto piso de la casa de la costa. Corría un aire tan bueno, que a Erika le entraron ganas de volar, volar. Era una idea diáfana y sombría a la vez, que se hilaba, se hilaba en su cerebro, buscando maneras de llevarla a cabo, buscando las razones del porque su pensamiento remoto la había llevado hasta el raciocinio del desenlace final. La idea podía ser terrible, si la muerte fuera terrible. Pero a Erika, como mas posibilidades veía de poder llevar a cabo de un modo más gozoso el último suspiro, más tranquila se sentía de que hubieran maneras. Maneras de poder volar, y volar, muy alto, hasta el infinito, para al caer, ya no sentir más nada.Maneras, y maneras, de que su juventud, ya casi a un impasse, no llegara a una resolución. Maneras y maneras... "

¿Que puede inducir a alguien al suicidio?, se preguntan algunos mortales:

jueves, 5 de junio de 2008

Bloqueo literario



Para los que mienten sin piedad y sin cerebro:


"Y entró él, en la librería en la que trabajo en el turno de tardes, y en la cual , también se venden cerebros. Entró como por equivocación, con su camiseta Dolce Gabana, parecía falsa, (creo que me dejo una n,en lo de Gabana, no lo se, ni me importa),la llevaba pegada al cuerpo, a su musculatura. Estaba guapo. Parecía un potro,y como dice Villiers, "sus dientes de animal joven". Yo, retuve mis palpitaciones como cristianamente pude, no, mentira, no pude.
-Yo, quisiera un cerebro sencillito-, dijo el potro con sus hoyuelos sonrientes-.
- Lo siento-, los cerebros de oferta se han agotado, pero si quieres, te ato la camisa a la cabeza con el dolce gabana en la frente, por lo menos así tendrás algo en ella-, le dije al microcéfalo, que mientras se subía la camisa me mostró con su sonrisa hasta las muelas del juicio. Y el descerebrado me hizo sentir tan mujer y me mintió tan bien que no le olvido.Y le ví marcharse